Aprendí a hablar fluidamente a los
2 años, a leer y a escribir a los 5, a mentir perfectamente a los adultos a los
7, a odiar a los 10, a lastimar a 12, pero nunca aprendí a amar y es que eso no
venía en los libros.
Desde que tengo memoria mis padres
me decían todo el tiempo: “Quién no sabe no sirve”, así que para “servir” tuve
que “saber”. Saber hacer cosas que los niños de mi edad no aprendían aún. Yo
quería ser aceptado por ellos.
“¿Quién eres? –Pregunté.”
Me volví soberbio, arrogante,
odioso. La gente a mí alrededor me detestaba, incluso mis padres porque los
había superado. Creí que no me era necesaria la gente, así que me refugié en
mis libros y ahí encontré consuelo; era falso… Pero mantenía con vida.
Cuando entré a preparatoria conocí
a un grupo de chicos, todos más listos que yo. Eran monstruos, para mí y para
todas las demás personas. Yo no era más que un simple insecto a su lado. Era
tan frustrante, tan doloroso. Todo ese tiempo que había logrado vivir por mi
soberbia, pero ahora todo se había ido al carajo, porque ya no era el mejor de
todos, porque había encontrado a personas superiores a mí en lo que yo me creía
superior a cualquiera.
Creí que sería bueno seguir
aquella famosa frase: “si no puedes con el enemigo, únetele”. Me comencé a
juntar con ellos y cuando me di cuenta ya era sólo uno más de su grupo, ya no
era “yo”, ahora éramos “nosotros”.
Un año después conocí a una chica.
Oh, que chica, pues era fuerte, altanera, alegre… Estúpida, pero como la quise.
Me quitó el alma y como un perro callejero yo iba detrás de ella. Pero ella
también me detestaba. No me rendí, así que intenté conquistarla por todos los
medios posibles y cuando lo logré, me sentía extremadamente feliz; no sabía el
porqué, pero lo sentí así.
Mi felicidad duró poco tiempo, ya
que ella me dejó. Al parecer le habían dicho algunas cosas malas sobre mí y no
soportó estar con un mentiroso como yo. “Eres un ridículo”, dijo. Me sentía
furioso, humillado y triste al mismo tiempo, con ella, con ellos, que le
hablaron mal de mí, y conmigo, por no poder defenderme. Intenté por todos los
medios saber quién le había hablado de mí, pero nunca di con el culpable así
que decidí ir por mí mismo y preguntarle a ella directamente.
“Soy tú –Respondí.”
–Por favor, dime quién te dijo
todo eso y qué fue exactamente lo que te dijeron.
–No tengo porque decírtelo.
–No me hagas sufrir más de lo que
ya he sufrido… Por favor, dime.
–Crees que eres la persona que más
ha sufrido en este mundo, siempre odié tu autocompasión. Pero nunca creí que
estuvieras tan demente, por lo menos no como para inventarte una vida.
–¿De qué estás hablando?
–El genio del piano, qué sólo
tiene que escuchar una vez la canción para poder tocarla de nuevo
perfectamente. La memoria fotográfica de la que tanto alardeas, tu perfección
para hacer cualquier clase de cosa. Tus anécdotas, tu pasado, tú mismo. Todo es
una mentira.
–No es así… -Susurré con el
corazón en un hilo. ¿Qué estaba pasando?, ¿por qué ella estaba diciendo eso?
-¡No eran mentiras! –Grité con la mayor de las exaltaciones. Estaba
desesperado, frustrado, enojado. No entendía nada, absolutamente nada. Me
acerqué rápidamente a ella y la tomé con fuerza del brazo, si era todo una mentira
por lo menos que ella no lo fuera. La empujé hacia la pared más cercana y le
robé un beso; comencé a tocarla, pero entonces sentí como sus ojos goteaban,
mientras yo la lastimaba.
–Me mentiste –Dijo, mirándome con
esos ojos que amaba y odiaba tanto. Me consumían cada vez que se postraban en mí,
eran como un abismo en el cual… Yo lentamente era consumido–, no sabes cuánto
me arrepiento de haberte conocido, de haber creído en ti, de haberme sentido
triste por tu “pasado”.
–Espera… –Se soltó de mi aprisionamiento y salió
corriendo. Yo sólo me quedé parado viendo, no sólo como se iba ella, sino
también como se desvanecía toda mi vida. Ella dijo que era todo una farsa
creada por mí y aunque soy yo mismo, no puedo siquiera pensar en algo para
contrariar esa afirmación.
¿Qué fue lo que pasó hasta ahora?
Si todo lo que dije siempre fue
una mentira, ¿qué fue lo que he vivido hasta ahora? ¿Dónde están esas memorias?
¿Dónde? Yo recuerdo que todo perfectamente, sí, todo está en mi memoria, ¿o era
acaso mi imaginación? Espera…
No te vayas, lo que sea que esté
persiguiendo, no te vayas. He mentido demasiado, y apenas ahora es que me
percato de esto, pero no quiero quedarme sin nada, todo lo que construí hasta
ahora fue porque desde un principio nunca tuve nada, sólo soy alguien
intentando vivir, ¡por favor! ¡Alguien haga realidad mis mentiras! ¡Alguien,
por favor!
“¿Entonces quién soy yo?”
“Nadie…”
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